RELATOS MÁGICOS DEL PERÚ - EL CHINCHILICO ALIAS LA GRINGA

Este relato tiene como escenario Lucanas, Ayacucho en el año 2008, le sucedió a Eduardo Adolfo, Cuenta Eduardo que por razones económicas tubo que dedicarse a la minería informal no tuvo problemas para entrar a trabajar en el lugar ya que su padre era del pueblo que tenia una mina de plata la cual era explotada hace muchos años, tubo miedo los primeros días ya que no imaginaba lo grande que resultaba ser la mina por dentro. Sus primos le recomendaron no tener miedo y dijeron que lo único que no debía hacer era hablar de mujeres o llevar cebollas dentro de la mina o sino el duende se molestaba y los castigaba con algún accidente, él no creía lo que le decían hasta que un día le paso algo. 

Un día estábamos trabajando -cuenta Eduardo- y de pronto mientras picaba la piedra esta se hacia cada vez más angosta para picarla y no encontraba razón, mi hermano estaba trabajando de pronto le cayo una lamina de metal que le lastimó la rodilla y para colmo el generador de electricidad no funcionaba a pesar de ser nuevo, Eduardo se acerco a la máquina y no funcionaba en verdad hasta que se sentó de cansancio de pronto vio a un hombrecillo de unos cincuenta centímetros salir de un hueco de la mina llevaba un casco de minero, una lampara pequeña y un mandil este le quedo mirando un buen momento y el hombrecillo le movía la cabeza y los dedos como diciéndole no!, al llegar sus compañeros les contó y ellos le dijeron que ese era el espíritu de la mina el Chinchilico, le contaron a Eduardo que un paisano le sucedió que trabajaba solo una noche y se le acerco un hombrecillo como el que Eduardo había visto y le pidió coca para mascar a lo cual el paisano no se negó aquel hombrecillo se acabo todo el trago y la coca, al terminar este le recomendó que picara en cierto lugar y se fue, el paisano hizo lo que le recomendaron y encontró una gran veta de plata. Eduardo con su hermano regresaron a su casa después de lo sucedido en el camino desidieron comer el refrigerio que su mamá le ponía en la mochila cada mañana al sacar las frutas ¡eran cebollas! accidentalmente la mamá de Eduardo las coloco ahí, entonces entendió lo que esta personilla le quiso decir. Para que todo volviese a la normalidad rociaron una botella de vino dentro de la mina y todo volvió ala normalidad.